"INSOMNIO"

Ya sé que no... ya sé que padecer insomnio no tiene ningún lado positivo, pero déjenme seguir creyendo que sí, porque yo decidí encontrárselo.

Desde que soy mamá, la madrugada es ese momento del día en que a mi cuerpo se le da por relajarse y a mi cabeza por estar más lúcida que nunca. Se le da por divagar y preocuparse por banalidades que, a esas horas, parecen problemas graves.

Por suerte, a la mañana, todo vuelve a acomodarse y a tener la importancia que se merece...

Es una especie de síndrome de sueño "Cenicienta", porque a las 6.30, hora en que suena el despertador, las preocupaciones desaparecen como por arte de magia... Se termina el hechizo, se rompe el encantamiento, y vuelven a ser lo que eran: problemas simples y comunes, tanto que a algunos hasta ese rótulo  les queda grande.

Pero volviendo al lado positivo, a verle el vaso medio lleno al asunto, creo que además de algunas buenas ideas que aparecen así, como de la nada, lo otro es el zapping y las sorpresas que éste puede llegar a depararte.

Al principio me negué a recurrir al control remoto... Sé que millones de investigaciones, de todos los países del mundo, concuerdan en que prender la televisión desvela, que es lo menos indicado en esta situación y, durante algún tiempo, decidí hacerle caso al consejo. Hasta que un día, cansada de pensar y pensar, opté por probar. Y durante algunas noches me converti en testigo silenciosa del programa que menos te hace utilizar la cabeza... ¡el de la familia Kardashian! Viajes, divorcios, embarazos, peleas... ¡Creo que no me faltó nada!

Pero, claro, todo tiene un límite y mi pobre mente cruzó los dedos, gritando fuerte: ¡"Pido gancho"! Así que decidí que prefiero desvelarme o, mejor dicho, seguir desvelada con cosas que valgan la pena. Si, total, la solución no es dejar de pensar, la solución es pensar en otras cosas.

Por eso, desde hace un tiempo, me divierto con los capítulos repetidos de series que adoro, miro películas que vi hace siglos y hasta documentales que, durante el día, jamás podría mirar.

Ahora, en lugar de observar durante horas el techo esperando que llegue el sueño, elijo disfrutar por enésima vez del primer beso de Ross y Rachel, mientras me tranquilizo a mí misma asegurándome que, finalmente, las madres siempre le encontramos la solución a todo... ¡Hasta a aquellas cosas que ni siquiera la necesitan!