Raquel Díaz Reguera
A pesar de que durante el embarazo leímos todo lo que
llegó a nuestras manos para aprender, para estar informadas y preparadas…
A pesar de que nos cuidamos más que nunca, para cuidarlos…
A pesar de que los esperamos con toda la ansiedad del
mundo, con todas las cosas que pudieran necesitar, y aún más…
A pesar de que desde el día en que nacieron les dedicamos
toda la atención…
A pesar de que los alimentamos, les cambiamos pañales, les
pusimos chupetes, les hicimos masajes, les cantamos canciones, los bañamos, los
acariciamos, les festejamos cumpleaños, los llevamos a la plaza, los acompañamos
al pediatra, les cocinamos, hicimos adaptaciones en el jardín, invitamos
amiguitos, los llevamos al teatro…
A pesar de que les sacamos mil fotos, los aplaudimos, les
firmamos cuadernos, los despedimos y los esperamos cuando se fueron de
campamento, les tomamos la fiebre, los llenamos de besos, les leímos cuentos, les
hicimos regalos, los acompañamos a la escuela, los ayudamos con la tarea…
A pesar de todo, todo, todo lo que ya hicimos y seguiremos
haciendo, siempre nos va a parecer que lo que hacemos es poco, que lo que
hacemos no alcanza.
Porque desde que somos mamás, ya no nos conformamos tan
fácilmente…
Ahora queremos ser las mejores, las que siempre se sacan "muy bien diez felicitado" y nunca
pero nunca se equivocan.
Porque desde que somos mamás, la exigencia nos persigue y
hasta nos quita el sueño a cualquier hora, de cualquier día, por cualquier
cosa. La famosa exigencia que no nos da tregua...
Aunque, en el fondo, sepamos de memoria que el secreto no está en tratar de parecernos a ésa que desde la publicidad sonríe, limpia el piso y prepara un bizcochuelo al mismo tiempo.
Que el secreto está, simplemente, en esforzarnos por encontrar la mejor versión de nosotras mismas…
Y, sobre todo, aprender a aceptarnos así como somos… mamás imperfectas y llenas de errores, pero totalmente reales y absolutamente únicas.
(Post publicado en "para ti Mamá" de junio)
Claro, únicas!!! Siempre me digo, soy lo mejor que puedo ser hoy, y trataré todos los días de ser mejor aún, pero no voy a ser perfecta nunca, solo intentaré mejorar, nada más.
ResponderEliminarSaludos!!!
Las mamás perfectas NO EXISTEN!! Aunque la mayoría, de puro masoquistas que somos, sigamos creyendo que sí...
EliminarBesotes, Gaby!
Que razón tienes querida!! Cuantos lagrimas inecesarias he derramado y seguro que seguiré derramando, aunque yo creo que eso hay que vivirlo, hay que experimentarlo, y que todas lo hacemos, y luego, como se dice aquí en España, a agua pasada, y en la "Madurez" del cuarto año, estoy empezando a aprender a ser imperfecta y no tomarme en serio demasiado lo que haga.
ResponderEliminarComo ahora, en vez de poder escribirte tranquilamente en la soledad de mi habitación, tengo un hada revoloteando con una varita mágica y un cerdito en mi hombro haciendo GGGGGG GGGGGGGG!! Besos querida
Los años traen experiencia y aprendizaje... Si miro para atrás, pienso cuántas cosas que no valían la pena me hicieron estresar tanto. Pero, claro, como bien decís, hubo que vivirlas para poder saberlo.
EliminarBeso grande para vos y otro para el hada!