Después de aquél acto en el que la maestra pidió... "Mamis: necesitamos que los chicos traigan una remera de cuello redondo, sin mangas, de color verde. Pero no de cualquier verde. ¡Tiene que ser verde manzana!", fue que recién pude hacer el click y guardar la autoexigencia en el fondo del cajón.
Porque después de leer esa nota, me recorrí todo Buenos Aires hasta dar con la bendita remera. El desafío propuesto por la maestra resultó ser aún mayor, porque era pleno invierno. La búsqueda fue agotadora, pero finalmente logré conseguirla.
Y por fin llegó el día del acto... allá estaba mi hija luciendo su remera verde manzana y sobresaliendo del resto de sus compañeros de una manera increíble, por ser la única vestida de ese color.
Creo que nunca volvi a ver tantas tonalidades de verde juntas.
Guardo la foto de aquél momento de recuerdo...
Aquél en que, como les decía, hice el famoso click y archivé la autoexigencia que no sirve para nada en el fondo del cajón.
Sobre la mesita de luz sigue intacta la otra, la que me obliga todos los días a tratar de mejorar en cosas que valen la pena... pero ése ya es tema para otro post.
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