20 de septiembre de 2016

"REORDENANDO PRIORIDADES"

                                                                                                                                                         Kanako

Lo leiste mil veces, qué mil... ¡Millones de veces! "Cambiaron mis prioridades", "Desde que soy mamá es lo más importante", "Ya no soy el centro del mundo", "Me volvi menos egoísta", "Ahora todo pasa por él"...

Lo dijeron las famosas de turno, con su bebito en brazos, desde la tapa de alguna revista y también lo escuchaste de amigas, de vecinas, de compañeras de trabajo...

A vos te pasó. Desde el instante en que las viste por primera vez también descubriste que tus prioridades cambiaban.

Y te empezaste a llenar de costumbres nuevas... Abrigar, acunar, alimentar, jugar, acompañar, cuidar...

Y tu cabeza se llenó de recordatorios... Pediatra, vacunas, cumpleaños, actos, materiales para el cole...

Pero un día cualquiera, después de algunos años, abriste bien los ojos y las viste muy grandes. Entonces no te quedó otra opción que adaptarte, que comenzar a transitar el camino inverso, el de desaprender lo aprendido, el de dejar de hacer por ellas, el de cuidar menos...

Porque las frases que decías cuando tenían cinco años, a esta edad no sirven. Porque recordarles que lleven campera, llaves, plata, el trabajo práctico que dejaron sobre la mesa de la cocina, no las ayuda.
Porque pasar frío, tener una mala nota, o volver caminando (ay, sí) forman parte de crecer.

Así que te proponés aprender a morderte un poco la lengua y a mirar más para otro lado... Necesitás un borratinta para hacer desaparecer todas las frases hechas, esas que salen de tu boca como por arte de magia, esas que se te escapan por pura costumbre, porque ya hace años que las repetís.

Te prometés que te vas a ir desprendiendo de todo lo que ya queda chico, de lo que ya no sirve, de lo que ya no suma y lo vas a empezar a reemplazar por otras cosas.

Te sorprendés de la cantidad de espacio libre que empieza a aparecer cuando soltás lo acumulado y, como aquella vez, reordenás nuevamente las prioridades. Esas que naturalmente dejaste casi al final de la lista. Esas a las que siempre supiste que no estabas renunciando, simplemente postergando... por el tiempo que fuese necesario.





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