28 de mayo de 2015

"DEBATES NOCTURNOS"

                                      Caterina Bianchetti

"A mí también me encantaría que en lugar de levantarte a las 6.30 pudieras hacerlo a las 9. Si las clases empezaran más tarde, seguramente todos estarían mas despiertos y aprenderían más"...

"A mí también me gustaría que fuese mucho más largo el tiempo para hacer cosas que queremos que cosas que hay que hacer por obligación, como por ejemplo estudiar"...

"A mí también me gustaría que en la escuela se pudiera elegir aquellas materias que más les interesan, porque seguramente las aprenderían mejor"...

"A mí también me gustaría que no existieran los exámenes ni los orales, que hubiese otras formas de corroborar si saben, sin necesidad de andar poniéndolos a prueba"...

Esas y muchas otras cosas más le dije anoche a mi hija, a la mayor, mientras la veía renegar con los polinomios y con definiciones biológicas de lo más complejas.

Es que yo también fui chica... Yo también odié algunas materias, las pruebas y madrugar. Y ahora que soy  mamá, desearía con el corazón que sus vidas fueran sólo disfrute.

Sin embargo, la vida real no siempre es la ideal. Estamos sometidos todo el tiempo a hacer millones de cosas que no nos gustan y eso, aunque uno lo entienda, es un poco duro de tener que enseñárselo a un hijo.

Pero claro, ya se iba haciendo tarde... Hoy la esperaban una prueba de matemáticas, otra de biología, un oral y un trabajo práctico. Por eso, el final de nuestro debate sobre los ideales imposibles se terminó abruptamente y de la manera más real posible... "¡Dale, repasá que te tomo!"






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