21 de mayo de 2012

"LIBRE DE QUEJAS"

                                                                                                                                  Julia Guther

“¡Pero qué tiempo!”, fue el primer comentario que hice al cerrar la puerta del auto, camino a la escuela. Arrancar el lunes ya es difícil, y más si encima llueve y hay que lidiar con mochilas mojadas, paraguas, pilotos y una cuota extra de humedad.

Y al terminar de decirlo, me encontré con la mirada censuradora de mi marido. “Llueve un poco”, me dijo, “nada demasiado grave para que andes quejándote así”.

Y sí… pensándolo bien, tiene razón.

Parecería ser que si uno empieza a quejarse, después es muy difícil dejar de hacerlo. Y no sólo eso, además de ser insoportable, la queja tiene un defecto muchísimo peor... es sumamente contagiosa.

Y a eso es a lo que apuntaba él, supongo. Mientras yo despotrico contra el clima (contra los precios, contra el paro de subtes, contra una nueva arruga en la frente…) allí están ellas, mis hijas, observándolo todo en silencio.

Y si de dar ejemplos se trata, quisiera que esto de resoplar por tantas cosas, no lo aprendieran. Porque como dije antes, la queja es de lo más contagiosa y nadie inventó todavía ninguna vacuna para evitarla.

“¡¿Pero será posible!?, tantos descubrimientos y todavía no hay cura para la queja… ¡Así no se puede vivir!”.

 (Y uds... ¿Son de quejarse seguido? ¿Se cuidan de no hacerlo frente a ellos?)


7 comentarios

  1. Lo que mas me gusta es lo dispuesta que estás a aprender de tus propios errores. Los hijos siempre nos hacen ser mejores ;)
    Besos

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  2. Es muy fácil en eta ciudad en la que vivimos encontrar motivos para quejarse, la verdad es que nos sobran, lamentablemente. Pero es también muy cierto que la queja nos hunde aún más en lo problemático de lo que la origina: una cuota de buen humor, creatividad y una tendencia a verle a la cosa algún lado positivo ayudan mucho más. ¿Es fácil para mí? Honestamente, no lo es. Pero intento, sobre todo frente a mis hijos, que ya empezaron a encontrar en su realidad motivos genuinos de queja y los traen a casa. Entonces charlamos en familia e intentamos todos juntos aprender que hay muchas cosas que no nos gustan pero que hay que ponerle garra a la vida y dar lo mejor de uno mismo para sentirse bien.

    Un beso mojado, aunque alguno de estos días dejará de llover y saldrá el sol de otoño que extrañamos...

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    1. Sí, la verdad es que a veces cuesta bastante no quejarse...
      Parece que hoy ya no llueve!!!
      Te mando un besote lleno de sol.

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  3. Yo me quejo de todo y de todos! No tengo hijos, por eso aprovecho a decir mis odios al mundo.

    Hay que quejarse, protestar y ser molesto! :)

    Saludos!
    Parado en el Abismo

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  4. Sabias palabras, las tomo como aprendizaje. Gracias.

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    1. No es de lo más fácil llevarlo a la práctica, requiere de un entrenamiento constante!
      Besos.

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