5 de enero de 2012

"ETERNO APRENDIZAJE"

                                                                                                                      Silvina Troicovich

"¿Podemos arreglar para dormir?", nos pregunta la mejor amiga de mi hija menor, a su madre y a mí, que charlamos de la vida. "¡No!", nos sorprendemos contestándole a dúo, y sin saber ni siquiera por qué razón.

Tal vez por el calor, por el cansancio. Tal vez porque sea jueves, tal vez por pura costumbre... vaya uno a saber por qué.

Ella lejos de enojarse se ríe, mientras escucha a mi hija preguntarnos: "¿Fueron a la misma escuela de aprender a decír que NO? ¿Por qué todas las mamás van a la misma escuela? ¿No existen escuelas donde les enseñan a decír que SÍ?".

"Por empezar, no existen escuelas", quisiera responderle.

"Ni de SÍ, ni de NO. No existen. No hay lugares donde nos enseñen nada pero nada acerca de cómo ser una buena madre. O madre, simplemente. Ya ni buena, ni mala. Sólo con un poco más de experiencia, con menos miedo y menos culpa, con más tranquilidad y paciencia, con menos enojo y penitencias, con más permisos. Porque si hay algo que nadie nos enseña, es a poder distinguir qué es lo verdaderamente correcto... Que si les ponemos muchos límites, que si no les ponemos ninguno. Que si los sobreprotegemos demasiado, que si los dejamos demasiado solos. Que si les exigimos demasiado, que si les exigimos demasiado poco. ¡No existen escuelas!", es lo que quisiera responderles a estas dos niñas de ocho años, que nos miran.

"La escuela son ustedes, los hijos, nuestros conejitos de indias. La escuela es el día a día. La escuela es equivocarse y hacer las cosas algunas veces bien, y otras tantas mal. Es irse a dormir preocupada por la fiebre, las pruebas, un llanto. Y otras irse a dormir sintiéndose la persona más feliz del mundo por una simple cartita, un muy bien felicitado en el cuaderno o por una ocurrencia divertida. Todo eso es la escuela", quisiera decirles a estas dos niñas, que todavía nos miran.

Pero me callo. Decido no decirles nada. De mi boca todo lo que sale es simplemente: "Bueno, sí, pueden... arreglemos".

Y ellas comienzan a festejar y a hacer planes.

Hoy prefiero que vean que en esta escuela, a pesar del calor, del cansancio y de que es jueves, a veces también aprendo a decír que SÍ.

2 comentarios

  1. Es hermoso ver como te miran cuando ven que vos también te equivocás, rebobinás, cambiás de opinión, como te miran con un brillo especial en los ojos aprendés a darte el permiso de decir que "sí".

    ¡Linda vivencia: toda una epifanía en tu relato en su noche!

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  2. Sí, está bueno que nos vean dudar, equivocarnos, recapacitar... también les estamos enseñando que a ellos puede pasarles lo mismo, no?

    Besos!

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© madre in argentina
MAIRA G. + ESTUDIO BULUBÚ