6 de septiembre de 2016

"CONFIAR"

                                                                                                                                                            Mónica Carretero

Y soltar implica, además de tener un muy buen par de tijeras para cortar las ataduras, aprender a hacer uso de otros verbos... amar, delegar, confiar.

Porque para querer la libertad de alguien primero es necesario amarlo, amarlo más allá de los propios miedos. Amarlo con sus errores y equivocaciones. Amarlo a pesar de...

Y así son nuestros hijos, diferentes a nosotros, aunque muchas veces estemos convencidos de que nuestra forma de hacer sea la única y la mejor.

Ahí es, justamente, donde entra en acción el delegar, el pasarles la posta a ellos, para que se hagan cargo con las herramientas que les dimos, pero... Y sí, la maternidad (y la vida) están llenas de peros... Pero, soportando que no hagan las cosas de la misma manera en que las haríamos nosotros. Soportando no sólo las dificultades, también los distintos resultados a los que puedan llegar.

Y después, confiar. Confiar en ellos ciegamente como sólo podemos confiar en quienes amamos con locura. Confiar en que de alguna u otra manera van a poder. Posiblemente por otro camino. Por ahí se desvían, se pierden, se caen, se levantan, pero en algún momento van a llegar.

Así como llegamos nosotros.

Porque nunca nadie nos enseñó a ser padres y, sin embargo, lo fuimos aprendiendo y aquí estamos.

Vamos a tener que soportar las camas un poco arrugadas, los platos medio sucios, los boletines con todo tipo de notas, los corazones rotos, las malas decisiones, los tropezones...

Vamos a tener que soportar ese tipo de cosas que nos duelen más que si nos pasaran a nosotros, porque les pasan a ellos.

En eso ando, como ya les conté, por estos días... Ando en abrirles de a poco "la jaulita", para que vuelen.

Porque para nuestros hijos no cuenta eso de "más vale pájaro en mano, que cien volando". No, para ellos no.

Para ellos sólo vale desearles el vuelo más feliz del mundo. Ese que, algún día, cuando se lo permitamos y ellos se animen, comenzarán a volar solos...

Y así las deseo a ellas, a mis hijas... ¡voladoras! Más allá de mis propios miedos, las deseo voladoras.


2 comentarios

  1. La felicidad y el orgullo que sentimos cuando "vuelan" y aterrizan a salvo solo se compara al que sentíamos cuando de bebés el pediatra nos decía "este mes aumentó 800 gr" y vos sabías que era por vos, tu leche, tu cuidado y amor :) ese llamado "para que no te preocupes, ma", esa pavada de fijarse solito si la sube tiene saldo sin que una le esté atrás, arreglar sus programas segun sus intereses y no segun nuestras afinidades con otras madres, elegir su look, y si no nos gusta, mejor!...qué lindo es verlos volar de a poquito y seguros de si mismos. Beso, madre! anitar74

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    1. Ay, sí, Anita! La verdad es que sí, aunque se cuelen los miedos, siempre es lindo verlos volar!!

      Besote!

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