15 de diciembre de 2015

"HIPERCONECTADOS"


Después de la tirada de espuma y papelitos, de la entrega de diplomas, de la fiesta de egresados, llegó lo más esperado... ¡el viaje!

Y hoy partieron, muy temprano, al borde de la euforia. 

Llevaban valijas y mochilas llenas de cosas... Zapatillas, remeras, linternas, protectores solares, gorros, botellitas de agua, abrigos, mallas, toallas, ojotas. Todos llevaban lo mismo, eso que se detallaba en la listita.

Sin embargo, hubo algo que expresamente se aconsejaba que los chicos no llevaran... ¡el bendito celular!

Y, al principio, los adultos también estuvimos de acuerdo. Nos pareció que el consejo era coherente, lógico y hasta acertado, aunque los chicos exigieran llevarlo, intuyendo un posible colapso nervioso. Les parecía una misión imposible estar tantos días "desenchufados". En cambio, los padres nos imaginamos una vida casi ideal, al estilo de "La familia Ingalls", con los niños corriendo por una pradera verde, aunque a donde se fueron no existan praderas.

Por eso, cada uno en su casa optó por el argumento más convincente... "Te va a venir bien descansar del teléfono". "¿Con quién vas a chatear si todos tus amigos van a estar ahí?" "Si necesitás hablar me llamás desde el hotel". "No hace falta que saques fotos, hay alguien que se va a ocupar de eso".

Hicimos lo que pudimos... Creo que en el fondo ninguno de nosotros estaba del todo convencido de prescindir de algo tan valioso, y no me refiero justamente al costo de los aparatos.

Porque si bien nos quejamos de lo hiperconectados que están, nosotros ya nos acostumbramos a la comodidad de ubicarlos a cualquier hora y en cualquier lugar... Claro, siempre y cuando atiendan, pero ese ya es otro tema...

Nos acostumbramos a esa tranquilidad que brindan ciertas palabras... "Má, ya llegué".

Así que bueno... Partieron, muy temprano, al borde de la euforia, y muchos de ellos portando sus celulares. 

"Chau Familia Ingalls", le dije a mi hija al despedirla. "Chau, ¿quién?", me contestó ella, extrañada, como si yo estuviera hablando en ruso.

¿Qué puedo decirles? Nos tocó ser padres de estos niños que, ya desde la panza, posan para las ecografías 4d. Así que aceptémoslo y disfrutémoslo, sin tantos rollos, porque... ¡es lo que hay!






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