“Ah, no, eh? Así no que no es justo, no vale”…
“Yo me pasé
horas enteras con la espalda encorvada tomándolas de las manos, hasta que se
sintieran seguras para caminar solitas”.
“Yo preparé
las primeras sopas y purecitos, y me banqué escupidas y caras horribles,
intentando ir educándoles de a poco el paladar”.
“Yo me pasé tardes
enteras en la plaza, hamacándolas, haciendo tortitas de arena, recibiéndolas al
final del tobogán, y mareándome en la calesita”.
“Yo me quedé
en un millón setecientos mil cumpleaños de amiguitos y compañeros de escuela,
soporté estoicamente animaciones de toda índole y hasta me tiré al piso para
ayudarlas a juntar caramelos de las piñatas”.
“Yo me pasé
horas sentadita y sin chistar, los primeros días de jardín, mientras ustedes
adentro, lejos de angustiarse, pintaban, cantaban y hacían artesanías con masa”.
“Yo las ayudé
a armar los bolsos de sus primeros campamentos, y las despedí con una sonrisa,
aunque por dentro se me mezclaran el miedo y la alegría”.
“Yo actué en
las fiestas de egresados de la escuela, hice a un lado mi vergüenza y no me importó nada, porque ustedes estaban
en primera fila mirándome y no paraban de reírse”.
“Yo las aplaudí
de pie, orgullosísima en cada acto, y en cada muestra que participaron”.
“Yo las
llevo, las traigo, les compro, las ayudo”… Y ahí me paro en seco, porque esto
parece un pase de factura y no es lo que quiero. Por eso no digo nada… Sólo me
enojo un poco y repito: “Ah, no, eh? Así no que no es justo, no vale”…
Y ellas, que no
están ni enteradas de mi viaje ultra veloz en el túnel del tiempo, se me quedan
mirando sin entender la rabia que me carcome por dentro.
“¿Tanto les
cuesta tener que volver a explicarme cómo funciona este bendito celular?”.
Y una que siempre les tuvo tanta paciencia...
Genial! jaja
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