Y es
que en una época muy lejana, en que todavía nos faltaban siglos para
convertirnos en madres, nos entreteníamos pensando en posibles nombres para
nuestros hijos.
Y
algunos, unos cuantos, engrosaban la lista de aquellos que nunca, jamás de los jamases usaríamos.
Milagros
era uno de ellos. Lo habíamos descartado por parecernos demasiado “religioso”,
y “místico”, pero sobre todo, porque estábamos convencidas de que no había nada
de “milagroso” en el asunto. Creíamos que tener un hijo era algo planeado,
calculado, y que dependía pura y exclusivamente de nosotras.
Claro
que todavía éramos muy jóvenes e ingenuas.
La vida
se encargó solita de borrarnos esa tonta idea de la cabeza.
Se encargó
de enseñarnos que no siempre es así. Que muchas veces, con desearlo y
además
buscarlo, no alcanza.
Se
encargó de que aprendiéramos, que los nueve meses de espera, son una carrera de
obstáculos que se libra día a día.
Se
encargó también, a costa de mucho dolor, de que ambas supiéramos que las cosas
no siempre suceden como nos gustaría…
Y
terminamos entendiéndolo. La concepción, el embarazo y el parto son un
verdadero milagro. Tener hijos es algo completamente milagroso.
“¡Claro
que me gusta!”, me apuro a decirle, mientras acaricio esa panza redonda.
Y es
que a esta altura de la vida, ya no podría imaginarla con otro nombre.
(¡Le agradezco a la vida por mis dos hermosas "milagros"!)
siempre creemos que lo natural es tan natural que de solo quererlo lo tendremos. No siempre la vida se nos muestra naturalmente generosa como quisieramos.
ResponderEliminarmuy lindo tu blog, lo leo siempre aunque no siempre comente.
Sí, así es... no siempre.
EliminarGracias por leerme!
Ay, cuánta belleza en tus palabras.
ResponderEliminarGracias, Lü!
EliminarYa lo creo que Son Milagros! El mas Bello milagro de la Vida... Me encanto leerte♥
ResponderEliminar